Al Paraíso te lleven los Ángeles y a tu llegada te reciban los mártires
Me gustaría empezar con el fragmento de este canto exequial popular, porque es así como uno llega a Paraíso, llevado por ángeles.
De la primera vez que me llevaron a Paraíso, hace casi 10 años, solo recuerdo el frío, las piedras y las zarzas… aquello me parecía todo lo contrario a lo que su nombre indicaba. La verdad es que no sé cómo accedí a ir una segunda vez, pero desde luego veo que Dios tenía preparado todo un camino de reconstrucción para mi vida.
Con 20 años ya había vivido varias experiencias familiares y vocacionales que internamente me habían roto. Parecía que aquello que sentía en mi corazón era imposible vivir. Me daba la sensación que Dios me llamaba a una vida de especial entrega pero no acababa de encontrar el lugar, mi corazón no encontraba reposo. Y aunque en la Iglesia siempre me he sido querido y escuchado, sentía que mi vida perdía su sentido… y esto me hacía sufrir mucho.
Con todo esto, un día encuentro que junto a la ruina de mi vida hay otra ruina visible. Había tantos escombros y maleza…. No lo podría ni imaginar, pero a medida que cooperaba para que lo exterior fuera bello y digno, mi corazón empezaba a alegrase de nuevo y recordaba las palabras de Jesús a San Francisco “reconstruye mi Iglesia”. Sentía que egoístamente si yo ayudaba a reconstruir aquel lugar, el trabajo que Jesús haría en mi interior sería mucho mayor.
Como todos, sin saber hacer de nada, hacíamos de todo. Unas veces salía bien y otras no tanto, pero no había ninguna exigencia, puesto que aquel proyecto que empezó como una obra pía, para que la ermita no se perdiera, empezó a cobrar un sentido diferente. Al ritmo que avanzaban las mejoras de aquella aldea, nuestras vidas empezaban a tomar forma, y hablo en plural porque esta experiencia la tuvimos muchos.Junto a los tiempos de trabajo se empezaron a improvisar convivencias, vigilias de oración, romerías y adoraciones… era precioso ver como en medio de la nada podíamos convivir 20 jóvenes con deseos de crecer y sanar heridas cerca de Cristo pobre y herido.
Allí no había nada más que frío, pero fuimos muy cuidados por personas que compartían sus bienes para que aquello pudiera seguir adelante y familias que nos abrían las puertas de su casa sin hacer preguntas. La Virgen supo tocar corazones generosos.
¿Qué se le puede perder a un joven en medio de la nada turolense? ¿Qué le atrae para ir cada fin de semana durante mucho tiempo? ¿Qué encuentra para querer quedarse?
La respuesta es muy sencilla, ya que también en Aragón, tierra de María y de mártires, Dios se manifiesta y da luz a la historia por medio de los acontecimientos.
Lo creí de tal manera que pedí vivir por unos meses en Paraíso, experimentando un tiempo de oración, trabajo, estudio y soledad, donde Dios pudiera hablar sin otros ruido o voces más que la suya. Fue un regalo del cielo, y aunque no fue fácil, jamás sentí soledad o abandono. Nunca tuve una necesidad vital, la providencia me cubría de bienes. Y aunque aquello no tenía ni forma ni proyectos de futuro, fue una experiencia que me hizo mucho bien, por eso deseo que…
Al Paraíso te lleven los Ángeles y a tu llegada te reciban los mártires
Dani Úbeda
Joven de Alzira