¿Cómo es posible a día de hoy en pleno siglo XXI, un día libre, fin de semana o vacaciones, tener ganas de recorrer 180 km en coche, para estar en un lugar sin agua corriente, sin luz eléctrica, cobertura o internet? 

 

Pues sí, es posible, esto es el paraíso, un lugar al que D. Ramón nos invitó a visitar recién casados y que hemos visto crecer al mismo tiempo que ha ido creciendo nuestra familia…

 

Quien lo diría; una ermita en ruinas, un joven rescatado del mundo, cientos de piedras y zarzas, heridas fruto del pecado, horas de trabajo y oración, lágrimas derramadas, materiales donados de la providencia, la fidelidad de una esposa, la perseverancia y la gracia del Espíritu Santo derramada en tantas personas... 

 

El paraíso, un lugar único, donde nos sentimos como en casa, me atrevería a decir que mejor, qué regalo poder convivir con tantas personas y compartir ese preciado tiempo sin ruidos de la calle, sin cobertura, sin tantas cosas que tenemos cada día a nuestro alrededor…

 

Pues sí, es posible y aquí venimos Clara y yo siempre que nuestros quehaceres nos lo permiten, casados hace ya 10 años, tenemos 38 años, 3 hijos; María 8, Belén 6, Carlos 4 años y un “ángel” que intercede por nosotros en el cielo o en el paraíso, solo Dios lo sabe…